21 ene 2012

No juzgo tu imagen.

Hoy en día hay mucha información sobre la obesidad, sobre todo sobre la obesidad infantil. Existen programas públicos para prevenir este nuevo mal social, y me da gusto pues sabemos que si se puede prevenir desde pequeños. Así los niños se convertirán en adultos saludables, con menor riesgo de enfermedades como hipertensión o diabetes.

No juzgo a las personas con sobre peso u obesidad, en la mayoría de los casos sus cuerpos responden así a otras enfermedades y por consecuencia, aunque cuiden su alimentación, aumentan de talla. Inclusive yo misma he tenido esta guerra a través de los años y hay batallas que he ganado y otras perdido. Debo confesar que llevar un régimen alimenticio, un cambio de hábitos es realmente difícil, de hecho mis papás me alentaban a comer sano siempre y mi mamá se preocupaba por cocinar saludablemente. Nunca me faltaron las tres ramas básicas (ahora se cuáles son): proteinas, carboidratos y grasas.

Me he desviado un poco, la referencia de "no juzgo tu cuerpo" es por la razón anterior, sé lo difícil que es la batalla contra la mala alimentación. Pero, ¿hay gente que de plano no tiene conciencia? El día de ayer fui al supermercado. En la fila de la caja, delante de mí, una señora iba con su hijo de aproximadamente cuatro años. Ella era de complexión robusta, sin temor a equivocarme era talla XXL. El problema es que lo ÚNICO que compró eran refrescos, fritos, dulces, pastelitos y gomitas. No había en su cuenta una verdura o un pedazo de pollo o un cartón de huevo. Podría pensar que tendría una fiesta, la verdad es que las porciones que llevaba eran individuales. El niño inquieto por abrir todos los paquetes de frituras...

No juzgo su imagen, su físico. Juzgo la manera que educa a su hijo en su alimentación, ¿no le importa el futuro de su herencia? Si no lo hacemos por uno mismo, tratemos de hacerlo por los demás. Pero, ¿cómo ayudar a los demás si no damos el ejemplo?

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