Galileo no es el primer amigo musical que ha estado a mi lado, el primero fue Viviano, pero ya está jubilado. Debería de encontrar a alguien que quiera adoptarlo, para que pueda demostrar su talento.
Siento muchas veces, que soy afortunada de que Galileo esté a mi lado, me ha acompañado ya por un poco más de un año. En ocaciones pienso que no soy la indicada, ni que él me haya querido elegir, creo que debería de estar con alguien que lo ayude a crecer más, que pueda expresar todo lo que tiene dentro, todo aquello que yo no le puedo ayudar a sacar, sus más íntimos sentimientos.
Es una tristeza pensar que está conmigo y que no llegará muy lejos, pues me ha acompañado a conciertos y ha particidado en obras que tal vez no son de su agrado, pero yo, yo no puedo ofrecerle más, pues mis cualidades no me lo permiten.
Si él hablara me diría muchas cosas. Me diría que está deprimido de tener una vida así, tan pasiva, sin emoción para un músico. Un músico necesita vivir e interpretar sus emociones, pero Galileo no puede porque yo restrinjo, lo freno y no puede ser él. ¡Que impotencia para él, no puede quejarse de su triste destino!
Yo no se si él me quiere, pero de lo que estoy segura es que yo sí lo quiero a él y lo deseaba desde hace mucho tiempo, no precisamente a él, pero alguien como él. Y, ahora que está conmigo no lo puedo ayudar. No estoy segura si con quien estuvo antes era feliz, pero quisiera que no se arrepintiera de mí, que aunque no puedo demostrarle más destreza, pueda estar orgulloso de lo que he logrado con él.
Lo siento Galileo, espero que un día te pueda ayudar a sacar todo eso que guardas, todo eso que guardamos juntos...